sábado, 25 de julio de 2009


"Yo te quiero mucho", y las lágrimas rodaron por sus mejillas. Pide clemencia, como yo lo hice unos días atrás sin obtener respuesta alguna. Ahora es muy tarde, Dios mío, es tan tarde. Te convertiste en la mosca en mi sopa. Quiero volar y vos solo querés enjaularme; cortar las plumas de mis alas con tu curiosa tijera hecha de amor, tan afilada y venenosa como los colmillos de una serpiente. Solo quiero sentir esa gratificante sensación de libertad, pero sin añorar tu amor, tu amor tan ridículamente posesivo y abarcador. Pero no lo olvides, "el que mucho abarca, poco aprieta". No te pertenezco y quiero ya partir. Tu cariño está presionando mis pulmones y pronto dejaré de respirar. Voy a gritar muy fuerte, dejándote un ahogado suspiro de dolor. En el cuarto blanco de la soledad, y me costará reír. No quiero desear apagar la luz de mi camino. No quiero merecer este sufrimiento. No quiero callar. No quiero hablar de más. No quiero levantarme ni quiero perecer. Quiero pensar la vida hoy y no vivir en el ayer. No pretendo volver a creer. Ya no quiero ver esta fría realidad. Ya no puedo más...

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